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miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 6: me gusta hacer las cosas bien y que los demás las hagan bien


 

Me sentí realmente genial.

-Pero que has hecho inconsciente-.

El tono de voz de Gabriel era bastante duro, se notaba que estaba bastante enfadado y realmente nervioso.

-Yo no he hecho nada malo Gabriel-dije con tono indiferente.

No me arrepentía ni lo más mínimo de lo que había hecho, a veces tenía que empezar a defenderme, tenía que empezar a hacer las cosas bien.

-No, no-dijo, casi grito con tono irónico-solo la has metido una
ostia en la cara-.

Me reí por lo bajo, hacía gracia oírle decir una palabrota pero
luego pensé.

-Bueno Gabriel, tú podrías haber hecho algo, así no tendría que
haberla pegado…-repliqué.

-¿Algo? ¿Algo como qué?-preguntó nervioso.

-¡Como defenderme!-.

Por primera vez me giré y le dejé de dar la espalda para mirarle fijamente a sus ojos aguamarina.

-Acaso…-dije en voz baja pero pronto subí el tono-¡¿Acaso no
me podías defender?!-me di cuenta de que estaba gritando y volví
 a bajar el tono a un tono bastante bajo- ¿te costaba tanto
defenderme un poquito?-.

Había bajado la vista al suelo.

-solo un poquito-susurré

Me volví a girar y seguí andando, no tenía el paso tan decidido de antes, pero me hubiera gustado.

-Mañana tenemos que reunirnos con Raquel y Ádam, vamos a
 viajar al mercado Blanco, ahí buscaremos al tercer integrante…-
su tono tampoco era tan decidido como antes.

-Bien, espero encontrar a una amiga-sonreí.

Era la sonrisa más falsa que había sacado en mi vida pero algo
que se me daba realmente bien era fingir, y ahora solo yo sabía
que estaba fingiendo.

-Bien, cuando te alias con alguien te sale una marca en el antebrazo,
 no duele, es una marca nada más-.

Me remangué y miré, eso ya lo tenía antes, me había dado miedo decírselo a Gabriel, por si era una maldición o algo parecido.

-Gabriel, esta cosa yo ya la tenía…-dije.

-Entonces…No eres tú-.

-¿No soy el qué?-.

-Entre los 24 hay seis que tienen un poder, cuando hacen un pacto con otro protegido el protegido adopta ese poder, en este caso Ádam tiene
 el poder y al hacer el pacto con él, tú has adquirido el poder del
agua-.

-¿Pero si alguien hace un pacto conmigo adquiriría mi poder?-.

-Claro que sí, ahora sois dos portadores, la cosa es que habéis hecho
un pacto sin intervención, bueno eso significa que uno de vosotros tiene
 el poder de hacer un pacto sin intervención-.

-Jo, qué guay es este mundo-sentí una punzada en el corazón al decir eso y recordé a mi familia y a mis amigos.

-¿Les recuerdas? A mí me pasaba- se sentó en la arena- ya casi
no recuerdo la cara de mi padre aparte de esos ojos aguamarina, la belleza de mi madre, de ella solo me acuerdo de su largo y liso pelo rubio, ya casi no recuerdo su aroma a perfume de Channel-.

-Gabriel…-susurré.

-Pero bueno, ya no importa, lo importante es que tu todos los días recuerdes a tu familia y amigos, así no los olvidaras-.

-Lo haré-.

Le abracé amistosamente, me tuve que poner un poco de puntillas porque él era un poco alto.

-Venga vamos Gabriel- sonreí- ¿Qué cara puso Raquel?-.

-Una parecida a esta-.

Le miré y me puso una cara entre el enfado y la sorpresa, yo me reí,
él se rio y entre la nada de esa playa nuestras risas sonaron como
una sola.

sábado, 26 de enero de 2013

Capítulo 5: a veces una acción lo cambia todo


Es verdad que estrechada entre sus brazos me dormí rápidamente pensé mientras disfrutaba del paisaje de la playa, y que me daba esa sensación de protección que hacía tiempo que no sentía, pero eso no significaba que me gustara, al menos eso es lo que quería creer, por un momento pensé en Ádam ¿En serio le quería dejar atrás para estar con Gabriel? En principio nunca me lo había planteado, puede ser que me gustaran dos chicos, con los dos sentía cosas muy distintas, pero con los dos sentía algo en común, una sensación extraña e indescriptible.

Me reflejé en el zumo de una fruta rara, era la misma de siempre, tenía la misma cara, sonreí, seguía estando horrible al sonreír, mojé un dedo en el zumo y lo probé, era como una mezcla de mango y plátano y una pizca de fresa, todo en una sola fruta morada.

-¿Qué te pasa? ¿Piensas en Ádam?-.

-En parte-respondí.

-Pues tendrás que encontrarlo pronto sino seréis enemigos-.

Me giré bruscamente hacía Gabriel, la brisa marina le agitaba el pelo y su expresión de compasión era inconfundible.

-¿Te acuerdas de cuando te dije que encontraras a cuatro personas para pasar al bosque?-empezó a decir.

-Si…-.

-Pues…los grupos que salgan tendrán que luchar entre sí para que quede solo un grupo-dijo atropelladamente-Los elegidos-acabo en tono triunfal.

-Me lo podrías haber dicho antes pedazo de…-no dije nada.

Dejé el zumo en la roca y salí corriendo hacía donde había dejado a Ádam, seguramente no andaba lejos, llegué casi sin aliento hasta una roca cercana y me senté detrás de ella para recobrar el aliento.

-Mira-era la voz de Gabriel.

Me asomé y me volví a esconder detrás de la roca.

-Que… unidos ¿no?-llegué a decir.

-¿Estas celosa?-.

-Si-dije con cierto pesar- la verdad es que sí, pero era de esperar…-.

Me miró con una sonrisa pícara.

-Pues vamos a ponerle celoso ¿Te apetece?-me dijo con una radiante sonrisa.

-No, para nada-dije.

-Es verdad, si de verdad le gustas no te hace falta-contesto.

Salimos de detrás de la roca y andamos hacia ellos.

-Buenos días Raquel. Encantado de conocerte Ádam-.

Miré por un momento a Gabriel y su caballeroso  comportamiento, se había vestido de etiqueta, con un traje negro con cola y una camisa blanca, parecía el conejo que acompañaba a Alicia.

-Buenos días Ádam y encantada de conocerte Raquel-dije bastante secamente.

-Igualmente-respondió Ádam.

Raquel se limitó a dejar ver su desagrado al vernos.

-Kiara, Ádam, mejor que os vayáis, esto es algo distinto, al menos esta vez-dijo Gabriel.

-Si… Sera mejor-respondió Raquel con el mismo desagrado.

-Vamos-Ádam me cogió bruscamente de la mano.

Cinco minutos andando después me di cuenta de que no íbamos a ninguna parte.

-¿Qué pasa Ádam?-.

-Nada…-.

-Es que me has hecho daño en la mano y nos hemos alejado mucho de ellos, deberíamos volver, Gabriel se va a preocupar-dije-Y Raquel también-dije con menos entusiasmo.

-Has tardado bastante en volver-prosiguió ignorando mis palabras.

-Ádam, tenemos que volver…-.

-¿Por Qué? ¿Tu novio se va a preocupar?-dijo con cierto tono de burla.

-No, seguramente se preocupara tu novia-respondí con un poco de indigna miento.

-Ajá, así que sois novios-.

-¡No! ¡No somos novios! Raquel y tú, sois la parejita feliz…-.

-¡Acaso te importa con quien salga!-.

-¡¿Y a ti?!¡Ni siquiera te has dignado a negarlo!-grité.

-¿Acaso estas segura de que no sea verdad?-respondió con superioridad.

Fue como una daga clavada en el corazón, antes de que las lágrimas empezaran a brotar de mis ojos por enésima vez salí corriendo en dirección a donde estaban Gabriel y Raquel.

Cuando llegué estaban que echaban fuego por la boca, estos dos se odiaban a muerte, me escondí detrás de la roca en la que me había escondido al principio, escondí mi rostro entre las rodillas, sentía una presión en el pecho que no podía soportar, no sé cuánto tiempo pasó hasta que alguien me tocó el hombro, me había quedado dormida mientras lloraba y de seguro que tenía los ojos rojos e hinchados, levanté la cabeza y miré a ver quién era.

Me levanté y miré a Gabriel, giré sobre mi misma y les miré estaban los tres, Raquel con esa cara de asco tan suya, Ádam no nos miraba, tenía la vista en el suelo apartada de nosotros y Gabriel.

-Que llorona tu protegida, que asquerosa, es casi como tú, solo que peor, en verdad mírala, no sé cómo la soportas sí parece un zombi con los ojos hinchados…-empezó Raquel.

Tenía todavía los ojos un poco llorosos así que me los restregué para ver mejor.

-…Es que en serio no sé cómo…-antes de que terminara la frase le metí un guantazo al que no pudo reaccionar.

Me marche muy digna con paso firme y la espalda bien recta.

-¡Vamos Gabriel!-grité sin darme la vuelta.

Me hubiera encantado ver la expresión de Raquel pero no, me resistí a la tentación.

Raquel era una chica con piel un poco morena y unos grandes tirabuzones castaños oscuros su vestido un blanco muy puro, sus ojos color esmeralda resaltaban sobre su rostro y seguramente ahora estaba… jejeje seguro que los ojos le echaban chispas.

lunes, 21 de enero de 2013

Capítulo 4: Gracias


-¿Ya estas mejor?-me dijo.

-Sí, gracias-.

-Mira, lo siento, me llamo Gabriel, como te dije antes tengo 14 años, entre aquí con 7 años…-.

-Gabriel ¿es verdad que no volveré a ver a mi familia?-.

-No te voy a mentir, No los vas a volver a ver, ahora es tarde habrá que dormir-.

-Gracias-.

-¿Por Qué?-.

-Por hablarme de ti, aunque solo ha sido un poquito-respondí.

-Solo una cosa, creo que ya sé que es lo que me intentaste decir  pero no estoy seguro-.

-Yo no te intenté decir nada-.

-Bueno cuando me dijiste lo de que analizara la información…-.

-Ah, bien pero antes deberíamos buscar donde dormir, como has dicho antes es tarde-.

-Bien, pues te explico un poco-.

Gabriel se colocó detrás de mí, cogió el bastón rarito con forma de “C” me lo colocó en la mano, me apretó el puño, luego me cogió la otra mano y la apretó contra el bastón haciendo así que sujetara el bastón con las dos manos.

-Tu poder es el agua-me susurró- lo cual significa que tu refugio es el agua, el mar-.

-Q-Que significa eso-susurré.

-¿Estas nerviosa?-dijo pícaramente.

-N-No-.

-Bueno ahora cierra los ojos y camina hacia el mar, confía en mí y no te pares en ningún momento, mientras andas di “maria et fluctus, deus procellarum, rios infinita, dampna intrare præsidia, in vestri indissolubiles aquas (Mares y olas, dios de las tormentas, ríos infinitos, danos refugio, en tus indestructibles aguas)-.

Cerré los ojos lentamente.

-¿Me lo puedes ir diciendo para que lo repita?-.

-Claro-.

Se acercó mucho a mi oído, tanto que me llegó a dar un escalofrió, empezó a decir las palabras lentamente y yo a repetirlas una por una mientras andaba hacía el mar, la verdad es que había calculado que en estos momentos ya estaría tocando el agua pero no fue así.

-Abre los ojos-susurró.

Abrí los ojos y di una vuelta sobre mi misma, era como estar en el fondo del mar encerrada en un cubo de cristal, no, no era eso porque de ser así no debería de poder tocar el agua al rozar los bordes del cubo, el agua marina se había organizado uniformemente formando un cubo perfecto a mi alrededor, como suelo estaba una arena súper cálida lo que hacía muy agradable tumbarse ahí, estaba totalmente seca y el agua de alrededor no la afectaba, no es como cuando coges una galleta y la mojas en Cola Cao, mojas solo la punta de la galleta pero si la dejas mucho tiempo se pone blanda y mojada hasta la mitad, algo así tendría que pasar con la arena pero no era así.

-Es magnífico-llegué a decir.

-Cierto, tiene su encanto-.

-¿No habías venido antes?-dije girándome para mirarle a la cara.

-Imposible-usó un tono bastante indignado.

-Quien sabe… Puede ser que hubiera otros u otras-y recalque lo de otras-antes de nosotros-.

-Claro que los hubo-respondió-hace mil años ¿acaso estas celosa?-.

-Y ¿Qué habéis hecho aquí encerrados siete años?-dije intentando cambiar de tema.

-Prepararnos para los días que vienen junto a vosotros-.

-interesante…-.respondí con cierto tono de burla.

-Ja, ja-dijo sarcástico.

-Gabriel se me va a meter arena en los ojos y el pelo-.

-Uy pobre de la niña-.

-Ja, ja-esta vez fui yo la sarcástica.

-He traído dos telas una para el suelo y otra para taparnos-.

-Sabía que tendrías algo dije con una dulce sonrisa.

Empezamos a colocarlo todo y cuando estuvo listo nos tumbamos cual dos personas tomando el sol y nos tapamos con la manta, pronto me dormí, había sido un día lleno de emociones pero aquí no terminaba todo, soñé un sueño muy raro que no llego a recordar pero lo único que sé es que cuando me desperté tenía lágrimas en los ojos y un susto bastante grande, miré a mi lado, Gabriel dormía plácidamente, como un ángel.

Me giré quedando enfrente de Gabriel, los dos estábamos tumbados, le toqué suavemente, solo eso bastó para despertarlo, se desperezó un poco y me miro con sus ojos mágicos.

-¿Qué te ha pasado? Estas llorando-.

-No lo sé, me he despertado así, tengo miedo-pronto empezaron a surcar mi rostro las lágrimas otra vez.

-Ven-me acerqué a él y me estrecho entre sus brazos.

En parte me sentí mejor, me dormí, bastante más fácilmente.

-Dulces sueños, princesa- fue lo último que oí.

Solo mi padre me llamaba así y no tenía con él la relación que hubiera deseado tener, me sentí muy reconfortada y debido a que estaba muy cansada solo pude llegar a pensar un simple gracias…

lunes, 14 de enero de 2013

Capítulo 3: Mi principito y su princesa



Capítulo 3: Mi principito y su princesa 
 


 


        Me fui pero esa cara se me quedo en la mente era como un ángel
          mucho más perfecto físicamente que mi principito
     pero aun así no sentía lo mismo, quería mucho más a mi principito.

        -¡¡Kiara!!-oí.

       Ee tono grave y esa cabellera rubia a lo lejos me hicieron
                           ruborizarme en exceso.

          -Ádam -dije con menos entusiasmo que él.

                                       -Por fin encuentro a alguien-.

Tenía un rostro terso, pelo rubio oscuro, sonrisa blanca y radiante y un traje de principito, idóneo para él.

-Que bien, solo faltan dos…-.

-ya…-.

Nos sentamos en una roca y empezamos a hablar, no me di cuenta ni de lo que decía él ni de lo que decía yo pero de un momento a otro me desperté.

-Sabes… Me gusta una chica ¿Tú que crees que puedo hacer?-.

-Depende… Como es- dije con un nudo en la garganta.

-Pues… es guapa, graciosa, lista, no sé…-.

Cuando oí que era guapa ya me descarte de la lista, después dijo graciosa y me deprimí mucho y cuando dijo lista creo que en la primera que pensé fue en Sandra pero si a Ádam le gustaba que iba a hacer más que ayudarle.

-Pu-Pues… ¿Me perdonas?- me dolía un montón el corazón y solo quería salir corriendo de ahí.

-Sí, si claro-.

Me levanté y salí corriendo hacía, no sé, hacía ninguna parte, me estaba muriendo por dentro, corrí hacía el bosque pero con tan solo rozar una de sus hojas me electrocuté de tal manera que me costó levantarme un montón, era como tener otra persona encima.

-¿Qué te pasa? ¿No te dije que teníais que ser cuatro para poder entrar al bosque?-.

Le miré, era el chico de negro.

-También te hiciste pasar por un robot…-contesté.

-Sí, pero eran ordenes de mi jefe “No hables más de lo debido”-dijo poniendo voz grave.

Sonreí y me sentí bastante mejor, él también sonrió con una sonrisa dulce.

-Y ¿Ahora no tienes que fingir?-.

-No, porque ahora tengo que ser tu guardián-.

-¿Qué significa eso?- dije asustada.

-Somos 24 guardianes uno para cada persona que entra aquí-.

-Pero si debes de tener mi edad…-contesté.

-Veo que las plantillas y el relleno debajo de la gabardina no te han engañado pero con perdón, yo tengo dos años más que tú, tengo 14 años recién cumplidos-.

-Y ¿Qué tengo que hacer contigo?-.

-Básicamente… Darme órdenes-.

-Vale, pues… quítate esa gabardina y ponte ropa de chico normal-.

-Bien ¿me quito las plantillas?-.

-Si-.

Se quitó la gabardina y debajo llevaba la ropa normal, luego se quitó las plantillas y ya parecía un chico normal, llevaba una camisa blanca y unos pantalones negros como ya dije antes era rubio con los ojos azul clarísimo, la tez muy clara y ahora que me daba cuenta una piel muy fina.

-¿Contenta?- dijo bastante poco entusiasmado.

-¿Qué pasa? Estas mucho mejor así-.

-Sí, si- dijo con cierta ironía-Bueno ¿Algo más?-.

-No… Bueno si… ¿Sabes quién es el guardián de Ádam?-.

-Sí-.

-Y… ¿Esta con él?-.

-Sí, tal y como yo estoy contigo-.

Nos sentamos en una roca, les estaba cogiendo cariño a esas rocas.

-¿Quién es?-dije agachando la cabeza.

-Pues es Raquel, es una chica genial no te preocupes-.

-¿Co-Como de genial?-.

-Pues es valiente, lista, a muchos les parece guapa además tiene un buen sentido del humor-.

-¿Te gusta?-pregunté.

-¿Te importa?-.

-Si-.

-No-.

-Y… ¿Crees que a Ádam le gustara?-.

-Hay bastantes posibilidades, ponemos a los guardianes acercándonos lo más posible a los gustos de cada proyecto-.

-¿Nos llamáis proyectos?-.

-Qué más da, lo importante es encontrar a los demás-.

-Yo sé dónde está Ádam-.

-Pues bien, vamos-.

-No… Quiero-me volvió a empezar a doler el corazón.

-¡¿Como que no quieres?! Es tu deber-.

-¡Que no quiero! No… No puedo ¿vale?-noté que las lágrimas asomaban en mis ojos- No quiero verle y no quiero ir y… Y… Y ¡No!-.

Le estaba cogiendo manía a esto de llorar, pero era por las circunstancias, primero Ádam me dice que le gusta una chica, después cuando me dice como es me doy cuenta de que es la persona opuesta a mí, el tío rarito de la gabardina negra me dice que es muy probable que mi principito se enamore de una tal Raquel que es la imagen perfecta de la chica que me dijo Ádam y además es valiente y después el tío tiene el morro de decirme que tengo que ir a ver a mi principito y no puedo pensar que no se ha dado cuenta de que me gusta Ádam, porque a ver, hay que ser imbécil para no darse cuenta de que me gusta y ahora estoy aquí en un mar de lágrimas, sentada en una roca, dando la espalda al mar y enfrente de un bosque que da calambres.

-¿Pero por qué lloras ahora?-dijo irritado- Viniste llorando y acabas llorando, me pones nervioso-.

-¿Qué te pongo nervioso?-dije casi susurrando-¡¿Qué te pongo nervioso?!-dije esta vez gritando- Tú me pones nerviosa ¡¿acaso eres imbécil?! ¡¿Por Qué te crees que vine llorando?! ¡¿Más bien por qué te crees que sé dónde está Ádam?! ¡Cuando te dan los datos tienes que encajarlos! ¡No puedes quedarte haciendo el memo y escuchando sin más!- Se me había roto la voz hacía mucho y las lágrimas surcaban mi rostro una detrás de otra a veces dos o tres a la vez y me dolía, me dolía mucho el corazón.

-Yo…-no le deje hablar y le interrumpí

-¡No, cállate! ¡Déjame! –se me había gastado la voz, se me había roto en mil pedazos y lo único que podía hacer ahora era susurrar y eso fue lo que hice-Por favor-dije bajito-Déjame, no sé ni cómo te llamas y quieres que confíe en ti, no sé nada de ti, he venido a un mundo alternativo asqueroso y encima tienes el morro de llamarnos proyectos y luego decir “qué más da” como si fuéramos mierdas, así que por favor, déjame sola…-.

-Lo siento-susurró.

-Vete, por favor-.

viernes, 11 de enero de 2013

Capítulo 2: Detras de una puerta


 Capítulo 2: Detrás de una puerta
 


 


    Cuando por fin pude abrir los ojos lo primero que pensé fue
    “¿Dónde está todo el mundo?” y después me fije en mi entorno, 
   era una vista bastante diferente a la de un colegio, era una playa
     desierta, a lo lejos se extendía un inmenso bosque y yo tenía los
     pies en la orilla del mar, me adentré en la arena, era cálida y me
      giré a mirar el mar, daba una sensación de tranquilidad que
    hacía tiempo no vivía, me senté en la arena y me quedé ahí, me
     miré en las cristalinas aguas del mar, me quedé atónita, mi ropa
    era muy rara, como la ropa de Alicia en el país de las maravillas,
   todo muy cursi, ese vestido con falda tipo paraguas  azul medio
   a cuadros, pomposo y acompañado de unas medias altas de rayas
   gruesas blancas y negras, también llevaba ese característico
    delantal blanco y unos zapatos de señorita, aunque físicamente
     no me parezco mucho a Alicia ya que en vez de ser blanca y
      rubia yo soy morena y peli azabache pero bueno, a la espalda
    llevaba un bastón de madera tipo mago con una piedra incolora
      en el centro de una especie de “C” que formaba en su parte
                                 superior.

   Pensé que ya que estaba sola me podría adentrar en el bosque,
     esto era muy raro, puede ser que estuviera dormida, me puse en
     camino y cuando llegué vi al hombre de negro tapándome el
                                         paso.

    -Se ve que eres de las últimas, los de esta isla ya lo saben casi
                                      todos-.

                -¿Qué es lo que saben?- pregunté extrañada.

    -Que esto no es un sueño, es un proyecto de la organización Z-.

                             -¿organización Z?-.

      -Este es todo un mundo, solo niños especiales con un ápice de
    poder dentro de su corazón pueden entrar- explicó como si de nada
                                        se tratase.

                           -Pero dijisteis a los más listos-.

       -Claro, porque un niño con un ápice de poder dentro él                       no podría dársele mal el estudio-.

    -Y… ¿volveremos a casa?- pregunté con un nudo en la                             garganta.

       Tardó un poco en responder pero lo que dijo no fue lo que me
                                       esperaba.

                   -No-un no rotundo que llegó a mis oídos.

        El nudo en la garganta se me deshizo completamente y fue
           sustituido por un cosquilleo en la nariz una sensación de
         mariposas en la tripa y dos ríos que recorrían todo mi rostro.

                            -Y ¿Qué tengo que hacer?-.

          -Pregunta sin respuesta… Pruebe otra vez- tenía un
                         pequeño temblor en la voz

                               -¿Qué?-pregunté.

                  -Pregunta sin respuesta… Pruebe otra vez-.
      
                   Entonces probé con una pregunta anterior.

                                  -¿organización Z?-.

-     Este es todo un mundo, solo niños especiales con un poquito de
          poder dentro de su corazón pueden entrar- explicó 
                                automáticamente.

¡    Era un maldito robot! Me dolía un montón el corazón por un
     maldito robot, me derrumbé allí mismo y lloraba y lloraba y me
       daba miedo no volver a ver a mi familia y amigos, y a no
     volver a mi vida ¿Qué era ese ápice de poder? ¿Por Qué lo
                               tenía yo?

         -¿Por Qué estoy sola?-pregunté sin esperar respuesta.

      -Encuentre a cuatro personas en esta isla y podrá cruzar al
      bosque, este es todo un mundo, me extendió un gran mapa para
                               que lo viera-.

    Me fije en que en la manga de su gabardina negra ponía O.Z
   las siglas de Organización Z, entonces le miré con detenimiento,
        tenía unos rasgos perfectos, su tez era blanca, que digo
      blanquísima, sus ojos azul clarísimo tirando a blanco y su pelo
      era rubio pero con la luz se le veía casi blanco, era como un
      ángel vestido de negro, no me había fijado en su rostro porque
     llevaba un sombrero, me di cuenta de que no era tan mayor sino
   que llevaba plantillas y relleno debajo de la gabardina, era un niño
    y cuando por un nanosegundo se cruzaron nuestras miradas me di
   cuenta de que no era un robot, era una persona normal anlizé un       poco la situación, si lo pensaba un poco al principio en un
    momento le temblo la voz y además también se había equivocado
     en una explicación, en vez de decir ápice dijo poquito, pequeños
                  detalles que formaban una gran verdad.

          -¿Por Qué haces como si fueras un robot?-le susurre

                    Le pille desprevenido y se asustó.

         -Pregunta sin respuesta… Pruebe otra vez-dijo cuando se                       tranquilizó firmemente

        -Como desees ¿Por Qué haces como si fueras un robot?-le                   miré fijamente a sus ojos aguamarina

                         -No sé de qué me habla-.

                          -Yo sí-me gire y me fui.
     Fue un momento raro y para recordar, seguí andando con paso
   firme pero sin ningún rumbo tenía tantas preguntas... y todo lo de
    no ver a mi familia, ni a mis amigos... Le había dicho a Odalia
   que la vería en el patio pero creo que el patio no estaba cerca de
                ese lugar, a veces es todo tan cuesta arriba...