De un momento a otro de la frase noté que mis labios
pesaban al hablar y al abrir los parpados terminaba susurrando
amo, la verdad
es que me quede sorprendida por el panorama
que había, un montón de gente, toda
me rodeaba y me
miraban extrañados, parecía que me habían salvado la última,
me
fije en Anthony, le miré me miró con odio en sus ojos,
puede ser que pensara
que le quería quitar a su protegida.
Alguien me tenía en brazos, Gabriel, ¿Coincidencia o
destino?
¿El destino me decía que amaba a Gabriel o había sido
una simple
coincidencia?
-Gabriel-me fije un poco más en la multitud de
gente-¿Dónde está Ádam?-pregunté.
-No ha querido venir-respondió.
Me levanté bruscamente, estaba un poco mareada pero
quería ver a Ádam, creía que después de todo le importaba,
al menos un poco,
salí a trompicones de entre la multitud,
antes de salir alguien me cogió
fuertemente de la mano.
-No vayas no vale la pena-dijo Gabriel decidido.
-Gabriel, suéltame, tengo que ir-contesté
deshaciéndome de
su mano.
Sus brazos fueron más fuertes y rápidos que yo y me
acorralaron, la gente se estaba yendo y nadie nos prestaba
atención, con un
brazo me cogió de la cintura y con una de
sus tersas manos me acarició un
mejilla, a lo que yo me
ruboricé, sonrió y se acercó más a mí.
-Kiara-susurró para que quedara entre los dos-no
vale
la pena, quédate aquí-.
Me hubiera encantado pero ahora quería averiguar
tantas cosas, quería aclarar mis sentimientos de una vez
por todas, me deslice
de sus brazos y salí corriendo, fuera llovía,
llovía con fuerza, los rayos y truenos resonaban y tenía
miedo,
los rayos siempre me habían dado bastante miedo pero
aunque chorreara
agua por el camisón que llevaba puesto,
quería saber porque, quería saber si le
importaba y quería
saber si le amaba.
Me dolían las piernas del frío y el cansancio,
llegué hasta
la costa, no estaba lejos estaba al salir del mercado cruzando un
pequeño bosque. Correr sobre la arena era realmente cansado
en un momento dado
me caí al suelo y me hice un rasguño,
me levanté y me volví a caer, y así
sucesivamente, ya
no podía más, tenía un montón de rasguños y alguna
que otra
herida, me tiré en la arena bocarriba, la lluvia caía
sobre mí, estoy segura de
que cogería una pulmonía,
miré hacía un lado, una silueta borrosa se distinguía
“Ádam”
pensé rápidamente, me dolían realmente las piernas, y
los brazos y
avanzaba a trompicones, me había costado
levantarme, avanzaba lentamente y cada
vez me parecía que
estaba más lejos de llegar a mi objetivo, la arena hacía
que
me escocieran las heridas, el camisón blanco se hubiera
quedado realmente
transparente si no fuera por la segunda
pieza que se ponía debajo para abrigar
y la lluvia,
la lluvia me mojaba, hacía que cada paso que daba me
costara más,
hacía que la ropa pesara tanto que no me
apeteciera caminar y hacía que se me
helara la piel, que
mis labios se tiñeran de morado y mi mirada estuviera
más
vacía que nunca, de no ser por el amor que sentía
por Ádam pensaría que me
quería morir.
Estaba a cinco centímetros de él, aunque seguía
inmerso en sus pensamientos, estaba a punto de morirme ahí mismo.
-Ádam-tenía la voz más desgastada por lo tanto más
ronca que de costumbre.
Se giró y se limitó a mirarme.
-Ya has vuelto-dijo fríamente.
-¿Por Qué no has venido?-pregunté.
-Porque Gabriel ya iba, me dijo que…-Me miró de
arriba
a abajo y su expresión de distancia se intercambió por una de preocupación-
¿Qué te ha pasado Kiara?-preguntó- ven-.
Me cogió de la mano y me sentó a la orilla del mar.
-El agua de mar es buena para las heridas-dijo
mientras
me mojaba las piernas más de lo que estaban con agua de
mar- puede ser
que te escueza un poco-era como si me acariciara
pero en realidad me estaba
quitando la arena.
-Gracias, Ádam-dije avergonzada.
-No pasa nada ¿Qué te ha pasado?-.
-Te estaba buscando- respondí buscando su mirada.
Levanto la vista hacía mí y se sentó en el agua de
mar,
yo por mi parte me levante del suelo y me sacudí el camisón,
estaba
empezando a escampar y quería que se me secara.
-¿Qué quieres decir?-preguntó levantándose.
-Quiero decir que salí corriendo a buscarte para
saber porque
no habías venido, para saber si te importaba y todas esas
cosas-en
ningún momento le miré a los ojos, era demasiado
cobarde para eso.
Me senté en una roca y dejé que el viento me agitara
mi pelo azabache.
Ádam se acercó por detrás y me dio un inesperado
abrazo,
por primera vez en mucho tiempo amanecía, se acercó a mi oído.
-¿Sabes?-me susurró-eres la persona que más me
importa en este momento-.
Me giré para mirarle a los ojos, él estaba de pie en
el suelo
y yo estaba sentada en la roca, por lo que mis piernas estaban
a la altura de
su cintura, me miró y sonrió, yo me sonrojé, la
cara me ardía y no quería
mirarle a la cara por nada del mundo, nuestras cabezas estaban a la misma
altura, tenía fija la vista
en el suelo, él en cambio se limitó a sonreír, me
cogió del
mentón para que le mirara a los ojos, me estaba dando cuenta
de que
sus ojos eran un poco verdosos, se acercó lentamente
a mí, antes de tocar mis
labios me dijo.
-Recuerda que en estos momentos eres la persona más
importante para mí-.
Acortó el aire que había entre nosotros y poso sus
labios
en los míos con la suavidad de una mariposa,
sentí mil en mi estómago y un calor repentino
en las
mejillas, realmente nunca había besado a un chico
pero estaba feliz de que
fuera él, nuestras bocas poco a poco
empezaron a moverse como una suave danza,
como el aleteo
de dos mariposas, me acercó más a él y yo me abracé a su cuello.
Nos separamos por falta de aire y no sabía que
decirle,
creo que ahora la tenía bastante claro.
-Kiara, te quiero, desde la primera vez que me
hablaste,
te quiero-confesó.
Que tenía que decir, me había inventado mil diálogos
para decirle que no, por el tema de los estudios y de que
no le conocía, que
tenía que irme por extraescolares o
algo así pero ahora no tenía ninguna
restricción, mis padres
nunca me han dejado tener novio pero ahora me sentía
capaz
de decir que sí pero… ¿Cómo?
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